jueves, 30 de abril de 2009

ENTREVISTA AL EX FISCAL HUGO CAÑÓN




Hugo Cañón

“Esta policía tiene mucho que ver con la de Etchecolatz”

El ex fiscal la nueva incorporación de la fuerza liderada por Martín Sabbatella. Interrumpió su militancia para dedicarse a la Justicia, donde se destacó en la defensa de los derechos humanos. Vuelve a la política convocado por el intendente de Morón: “El bipartidismo tradicional ya fue”. 

Por F.M. 

Cuando era un joven militante universitario, coincidió con el ex presidente Néstor Kirchner en los pasillos de la UNLP. “Estábamos en agrupaciones diferentes y teníamos cruces con la agrupación de Kirchner y de (Carlos) Kunkel”, recuerda Hugo Cañón, la nueva incorporación de Encuentro por la Democracia y la Equidad, el partido que preside el intendente de Morón y candidato a diputado nacional por Buenos Aires, Martín Sabbatella. Salvo aquella coinciudencia universitaria, Cañón y Kirchner recorrieron caminos distintos. Mientras K se volcó de lleno a la política, Cañón ingresó a la Justicia, a fines del gobierno de Arturo Illia. Su carrera fue fructífera. Reconocido por su defensa de los derechos humanos, Cañón batalló contra las leyes de la impunidad, denunció casos de corrupción, fue testigo en el juicio contra Adolfo Scilingo y colaboró con el juez español Baltasar Garzón para que avanzaran en España las causas de lesa humanidad que aquí se habían estancado. Uno de los casos que investigó, el concerniente a la subzona 51 del V Cuerpo del Ejército, en la que se encuentra el caso de “La Escuelita”, está a punto de elevarse a juicio oral. 
La buena nueva judicial ofició de epílogo para su historia judicial. Tras 23 años al frente de la fiscalía general de la cámara de Bahía Blanca, el también presidente de la Comisión por la Memoria abandonó la Justicia para saltar a la política, otra vez. “Ya era un ciclo cumplido”, sostiene Cañón que, cuarenta años después, volverá a enfrentarse con sus adversarios políticos de la adolescencia. 

–¿Qué motivó el cambio? 

–Me gusta la política. La profesión de abogado nunca me atrajo. Y como fiscal interpreté que podía defender los intereses de la sociedad. Investigué casos de corrupción, recibí amenazas, advertencias y hasta pedidos de cesantías pero aun así me sentí muy gratificado. En esta etapa, creo que puedo dar más desde el llano, desde una militancia concreta. 

–¿Por qué decidió acompañar a Martín Sabbatella? 

–Porque tiene una mirada diferente que rompe el bipartidismo tradicional y con la idea de “más de lo mismo”. (Francisco) De Narváez defiende al poder económico, el radicalismo hace alianzas insoportables e intolerables y el kirchnerismo hizo una involución y se pejotizó. Esa forma de hacer política, aunque siga funcionando, ya fue. 

–En medio del revuelo que generaron las “candidaturas testimoniales”, ¿considera óptimo que Sabbatella compita por la banca nacional siendo intendente? 

–En la medida en que estas candidaturas signifiquen una forma de presionar para garantizar lealtades me parecen repudiables. Ahora, que alguien cambie de un espacio a otro es totalmente legítimo. Sabbatella renunciará a su cargo a partir del 10 de diciembre, gane o pierda la elección. Es todo transparente. Su candidatura no es testimonial porque el proyecto no juega a las escondidas. 

–Usted proviene de la rama judicial y el kirchnerismo cambió la constitución de la Corte Suprema. ¿Apoyó esta renovación? 

–Diría que la Argentina jamás tuvo una Corte con la excelencia actual. Por eso me parece importante evaluar las cosas positivas y negativas del Gobierno y no establecer una bipolaridad. Además, es una Corte absolutamente independiente. Es un logro magnífico de este período democrático que enaltece a las instituciones de la Argentina. 

–¿Opina lo mismo de la política de derechos humanos de la gestión de los últimos años? 

–Hay una diferencia notable con los gobiernos anteriores. Los gobiernos kirchneristas apostaron fuertemente a romper esa impunidad. Lo que no veo bien es que la política de derechos humanos quede limitada a la dictadura militar y que se mezcle con la política circunstancial de un gobierno. La política de derechos humanos debe estar por encima de cualquier gobierno, es una política de Estado. Y creo que hoy estamos al filo: no se diferenció esa política de ciertas cuestiones coyunturales. La falta de nitidez entre una y otra puede habilitar un discurso perverso de sectores opositores. 

–¿Y usted aplicará en el campo político lo que aprendió en la Justicia? 

–La experiencia es importante. Aprendí a no transar con el poder y no corromperse. El derecho debe servir para la equidad. Hay que construir mayor institucionalidad y debe haber mayor equidad social. 

–¿Entiende esa falta de equidad como causa de la inseguridad actual? 

–La gente siente lo que está instalado. Y está instalado que hay una grandísima inseguridad. Nueva York, Brasilia, San Salvador tienen índices de homicidios más altos que Buenos Aires. Acá son mucho más elevados los números de suicidios que los homicidios, pero de eso no se habla. Existe sin dudas una exageración mediática del tema. 

–¿Qué provoca esa exageración? 

–La posibilidad de que se instale el discurso de la solución violenta frente a cualquier conflicto social que es lo que hizo la dictadura. Son formas de revitalizar esos mensajes: “Metamos bala, metamos pena de muerte”. Las muertes en las cárceles son más altas, en relación con la población, que las muertes que se producen en los barrios más peligrosos. El Estado no garantiza la vida de los que están ahí adentro “porque son vidas que no sirven para nada”. Hoy en día falla el sistema penal, el sistema de seguridad y el control del Estado. Si hay negocios policiales y políticos con los desarmaderos, con los secuestros, si un policía vende su arma en el barrio y dice que se la robaron, las cosas pasan por otro lugar. 

–Usted proviene de la provincia de Buenos Aires. ¿Cómo analiza la gestión de Daniel Scioli? 

–Creo que no hubo grandes cambios en la provincia desde la era (Felipe) Solá. Hay un gran déficit público. No hubo desarrollo en políticas de educación, ni de salud, ni de reducción de la pobreza. Y con un discurso no comprometido sobrevoló a todos los gobiernos. Scioli es un invento del menemismo y mide muy bien por su postura “ni”. Si las cosas le salen bien puede ser presidenciable. 

–¿Sin un cambio de políticas profundo? 

–Sí. Por ejemplo, la policía debe ser dada vuelta. Hay que terminar con las alianzas de la policía con los punteros políticos. Esta policía tiene mucho que ver con la policía de Etchecolatz, mantiene vicios enquistados desde hace mucho tiempo. 

–¿Por qué es tan difícil romper esos lazos? 

–Hay que pensar que los ejecutores del último golpe fueron los militares pero los autores intelectuales fueron sectores como la Sociedad Rural o la Iglesia que no fueron alcanzados hasta ahora por la Justicia. Hay un entramado de complicidades de mucha gente que aplaudió el golpe cívico militar y ahora se recicló como democrática. Muchos jueces que sobrevivieron a la dictadura operan camuflados. Y se advierte en los juicios que están en marcha. Yo, por ejemplo, trabajé en los juicios por la verdad. Y recibí amenazas justamente cuando comencé a investigar a sectores civiles. Hay muchas asignaturas pendientes. Algunas deberán saldarse en la Justicia y otras en la memoria y el análisis histórico para evaluar quién es quién en la historia argentina.


Fuente: Revista Veintitres - 23/04/2009

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